martes, 29 de junio de 2010

Jordi


Jordi está en el centro de Barcelona dando vueltas y más vueltas en un intento desesperado de aparcar su coche.

Da una vuelta . . .

espera . . .

va un poco más lejos . . .

espera . . .

da otra vuelta . . .

nada . . .

Desesperado, levanta la vista al cielo y dice:
- Señor, si me encuentras un hueco para aparcar en cinco minutos, te prometo . . .


no volverte a hacer el vacío y . . .


comer todos los días butifarra y . . .


ser un buen catalán que visitará Monserrat todos los meses y . . .


te rezaré en catalán el día de San Jordi y todas las fiestas y . . .


¡Que coño! ¡hasta daría limosna a los pobres!

Entonces, de forma milagrosa, queda libre una plaza de parking justo delante de su coche.

Jordi, emocionado, mira al cielo y dice:
- ¡¡Señor, oh Señor!!


¡¡No busques más!!


¡¡Ya he encontrado yo una!!

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