martes, 14 de septiembre de 2010

la confidencialidad


Una mujer, le dice a su cirujano plástico,
que quería reducir sus labios vaginales de tamaño;
porque estaban muy grandes y descolgados.


Debido al bochorno, insistió
que la cirugía se mantuviera en secreto,
y el cirujano aceptó.


Saliendo de la anestesia,
encontró 3 rosas,
cuidadosamente colocadas junto a su cama.

Fuera de sí, ella, llamó inmediatamente al doctor.
- Pensé que le había pedido
que no le dijera nada a nadie
sobre mi operación!

El cirujano le respondió
que había llevado a cabo
su deseo de confidencialidad.


Y que la primera rosa era de parte de él:
- Me dio lástima porque pasó 
por todo esto sola.
La segunda rosa es de mi enfermera.
Me asistió en la cirugía y se identificó
porque ella pasó por el mismo procedimiento 
hace algún tiempo atrás.

- ¿Y que hay de la tercera rosa?
-pregunto ella-.

- Esa es de un hombre
que está en el piso de arriba,
en la unidad de quemados.
Quería agradecerle
por sus nuevas orejas . . .

1 comentario:

  1. jajajajjaaj, anda que el de las orejas no flipara ni nada jajajaj

    besinos

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